miércoles, 16 de septiembre de 2015

Dos tipos de soledad


Vienen y se sientan sin presentarse, y te arrojan su vida como una bolsa de basura. Hey perdone tengo un nombre, mi nombre doméstico y mis apellidos políticos, así se empieza chaval. Pero te miran a la cara y te dicen:

-- Te pasa algo, estás realmente bien. Te pasa algo tío.

Sí, bueno… La próstata se me esta cayendo a pedazos.

Pero estas bien, no. Tío. Bien, no?

Hey, hey, no me pongas palabras en la boca.

El ritual es más o menos ese, y comienza el empacho de una conversación nostálgica. Sí, el recuerdo es una forma de suicidio. Y dices, Eh viejo, eh viejo, para, todo eso de la identidad es una trampa.

Has visto ese culo tío.

A eso no le hago ascos. Un culo da para cuarenta folios de conversación. Un buen culo trae porvenir y esperanza.

Estamos en la terraza de un bar sombrío. Viernes, a quién se le iba ocurrir, un día como hoy: se encuentran dos tarados.

Nos referimos el uno al otro, de Tío, Viejo, Torongo. Etc. Ninguno se atreve a preguntar el nombre del otro.
María se ha largado con el larguirucho dominicano, debería desahogarme y tirarle toda la bolsa de basura.

Mi Novia se ha largado con el larguirucho Dominicano.

Tío, tío, no me cuentes tu vida…

Es verdad viejo! Dices verdades como un puño, yo invito
  una ronda. Un par de cervezas a mi cuenta toro!

(minutos después con las cervezas)

-Sabes que Tío, hay todo una enseñanza para no enamorarse.

Anda, anda, como es eso?

Es como un profiláctico espiritual.

Pero cómo…

Tendrías que leer a mi poeta maldito.

Así un púber prácticamente de veinte años, empieza a jugar como un gatito conmigo. Empieza a fumar su yerba y yo a emborracharme y ya no tenemos palabras sino un tambor. Desdichado el que se vaya primero y le echo cuentas, y seré yo sin duda. Le digo:

Eh tío, dónde esta tu maldito tazón de cereales para derramar mi orina sagrada.

Tío, Torongo, cómo coño te llames, ve e infecta ese pútrido bar con tu olor a orina.

(después de 20 minutos en el baño, se ha roto la cremallera)

No es tu noche viejo.

A quién le importa. Hay un tren y me está esperando enano.

Te refieres al tren, O sea al tren…

Sí.

Esos se van cuando estas muerto.


Parece sabio el desconocido, a lo mejor también sabe lo que es llorar por perder un calcetín, voy y le pregunto.

A qué te dedicas, tú que sabes tanto de trenes…

Nada de identidad loco, me ha gustado esa frase.

Resbalo y caigo de la silla, se caen todas las monedas al suelo.

Coño hay doscientas euros en monedas.

Y de cincuenta céntimos cabrón, para que lo escribas en tu cuadernito de los recuerdos.

Me ayuda a recoger todas las monedas.

Mira niño, sólo necesitas ser dueño de un ego que te haga eyacular. Los últimos tramos son puro trámite.

Te acompañaré a casa.

- Qué dices!!

Apenas te sostienes chiflado.

Te han educado entre señoritas.

Son treinta minutos de trayecto. El niño tiene la constitución de un roble, casi siento que estoy volando. Trato de prestarle atención pero todo el alcohol que he bebido, me está violando el cerebro, como diría Michaux.

Sabes lo que es un buen culo, chino?

Puedes hablar, eso es bueno.

Puedo pero desafino, ahí al fondo del todo, en esas luces. Las ves.

Pero si no puedes andar.

No, no, es para ti. Yo beberé una copa.

Pretendes que pague con las mil moneditas…

Estoy sin tarjeta.

Diez minutos después estoy en la Wiskería bebiendo café y escuchando a Rocío Durcal, he pagado yo una a una con todas las moneditas… Para que el berraco se divierta a gusto. Mientras tanto pienso, que debí decirle: mira chico hay dos tipos de soledad, la que no tiene mundo, y la que lucha por él.


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